dimecres, 18 de desembre del 2019


Estos brazos que ya no son míos
me acechan en sueños de días mejores.
De sol y sal en los ojos,
de besos y arañazos en la piel.
Cicatrices de unos segundos dónde
por un momento,
el aullido del mundo tenía sentido.
Comprendí su dolor, hice mío el calor
de su ardiente núcleo.

Y ahora no puedo siquiera despegar la cabeza,
arrancar el motor, salir de la cama.
Otros ojos, otro cerebro, otro día,
otra vez estando a la deriva.
La garganta está cansada de la misma poesía
y aunque a veces quiera suicidarse,
resquebrajarse, romper en sollozos
decide volver a la noche.

Una. Vez. Más.

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