dissabte, 23 de novembre del 2019


Por qué me ha dolido tanto quererte
y decírtelo y contártelo.
Por qué he estado ahogando tantas palabras
y chillando tantos silencios.
mientras miraba en tus ojos
el reflejo de mi alma
y tu curiosidad innata.

Quizás algo iba muriendo cuando pronunciabas
esas palabras.
“Nos hemos escrito, le he echado de menos”.
Cada sílaba, un puñal.
Cada bocanada, un aliento de fuego.
Cada frase, un anticipo
una carta que no llega
pero como buen cartero,
sabes que está de camino.

Te quise, te quise, te quise.
Me puse la venda y las pinzas.
No quise ver, no quise oler.
Pensé en querer, pensé en volver
al ardor de tus labios
al dulce canto nacido
de tu calmante voz,
al hechizo hecho magia
de esos que ciegan la razón.

Pero no puedo. Me he estrellado.
Tengo astillas. Pincho si me abrazan.
Estoy solo y pudriéndome en este infecto
cuarto.
Como una vieja viga de madera,
ya nada sostengo.


Y no puedo detener este cáncer.

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