-¿Qué dice el mensaje, Anjín-san? -preguntó Toranaga.
Mariko le había escrito en latín: «Te quiero. Si lees eso es que he muerto en Osaka y quizás por causa mía haya muerto tu barco. Yo sacrifico la parte de tu vida que más estimas para ayudar a mi Iglesia, pero, sobre todo, para salvar tu vida, que es para mí más valiosa que nada, más que los intereses de mi señor Toranaga. Acaso tengo que elegir, amor mío, entre tú y tu barco. Te pido perdón y elijo tu vida. El barco está perdido de todos modos, contigo o sin ti. Entregaré el barco a tus enemigos para que tú puedas vivir. Ese barco no es nada. Construye otro. Tú sabes hacerlo. ¿Acaso no te enseñaron a construir barcos además de navegar con ellos? El señor Toranaga te dará los obreros, carpinteros y herreros que precises -él tiene necesidad de ti y de tus barcos- y de mi fortuna personal yo te lego todo el dinero necesario. Construye otro barco y construye otra vida, amor mío. Toma el Buque Negro del año próximo y que tengas larga vida. Mi alma cristiana reza para que volvamos a vernos en un cielo cristiano y mi hara japonesa reza para que en la otra vida yo pueda hacerte feliz y estar contigo donde tú estés. Perdóname, pero tu vida es más importante. Te amo.»
-¿Qué dice el mensaje, Anjín-san?
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